domingo, 11 de marzo de 2012

La belleza dejó de estar en el interior

Quería escribir sobre la imagen y la belleza desde hace tiempo pero no terminaba de encontrar algo que me empujará lo suficientemente fuerte a ello... hasta ayer.

¿El motivo?: encontrarme con una chica joven, de unos 23 o 24 años, explicándole a una amiga suya su experiencia con el botox.


Quizá alguno piense que soy demasiado impresionable, pero efectivamente, que una joven (o un joven) de veinti-pocos llegue a usar botox por una cuestión de vanidad, me impresiona y me preocupa.


Actualmente vivimos en un mundo globalizado, en el que existen diferentes culturas, circunstancias, características, colores, olores y sabores. Nuestra perspectiva y percepción del mundo, de las cosas, se ven condicionadas por la cultura, la educación recibida, el círculo familiar y nuestras amistades.


Nuestro sentido de la belleza, la fealdad, lo bueno y lo malo, está definido entre otras cosas por todo lo anterior, pero vivir en una sociedad frívola y guiada por los medios no es de lo más alentador para apoyar nuestros valores.


Vivimos asediados por un bombardeo de imágenes que nos dice lo que es belleza, estatus y poder, que los medios han hecho llegar a nosotros. Se nos "impone" no solo un canon de belleza, sino que el fracaso en alcanzarlo suponga el fracaso en muchos otros aspectos de la vida. Si a ésto le añadimos la marcada tendencia del ser humano a autocastigarse ante las tentaciones que nos alejan de tener el anhelado trofeo de la belleza, alcanzamos un punto que considero de locura y desorientación. (Y ésto trasciende más alla de la vanidad femenina...)


Las primeras impresiones se han convertido en una manera (o amaneramiento) esencial y primordial para enjuiciar a las personas y se han reducido al acto más simplista de un rápido vistazo; confiamos en lo que ven nuestros ojos e imponemos su viciado criterio por encima de lo que nuestro viejo sentido común nos dictaría.

En este mundo tan cambiante, que "progresa" tan rápido, lo efímero e inmediato se impone por encima de todo, triunfa lo veloz y lo que es fácilmente reemplazable. No hay tiempo para reflexionar, ni para pararse a valorar qué es lo que estamos haciendo; importa la imagen, la apariencia pues no vamos a ahondar más allá.


En lo personal estoy hastiada de lo erróneo de nuestra percepción de las personas, de ese modelo de "juventud belleza y riqueza" que lleva a la gente a no valorarse a si mismos y a realizar juicios erróneos de los demás.
La imagen es ahora lo primero y lo importante. Caducó aquello  de "la belleza está en el interior", ahora tiene que estar en el exterior y no importa si en el interior hay algo "que valga la pena". 

Antxoa+Pepinillo

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